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LA META

PARTE II

Todos hemos decepcionado a personas, todos tenemos expectativas sobre las personas y sobre nosotros; porque el ser humano sin Dios se carga de expectativas equivocadas, porque si no sabemos definir nuestra propia vida, cómo podremos definir y esperar la vida de los demás.

Cuando alguien nos dice “la verdad es que usted me decepcionó”, animémonos a despojarnos de la carga de la decepción; porque no estamos aquí para expresar las expectativas de un ser humano. NACIMOS EN ESTA TIERRA PARA EXPRESAR LAS EXPECTATIVAS DE DIOS, Y DIOS NO SE DECEPCIONA. Esta es la palabra de esperanza para nosotros hoy: Dios no está decepcionado, así que ¿a quién nos vamos a dirigir con nuestra vida?¿Cuál es la meta?

Eso no quita que todos los seres humanos nos provoquemos a tener una medida de madurez en nuestra vida, para que nuestra conducta sea lo más correcta posible expresando lo que decimos, pero sucederá que no se podrá complacer a todos. Debemos cuidarnos de no excusar aquello que Dios corrige en nosotros como el fruto que se espera. Aunque debemos saber que en la medida que ocupemos lugares de conducir, de tomar decisiones, nunca esas decisiones tomadas agradan a todos los hombres; pero si expresan al Señor eso va a ser madurez. Entonces, la única manera de evitar la decepción es tener expectativas correctas de la vida y en la vida. Y no hemos heredado estos conceptos dentro de muchos círculos, más bien vemos que en el mundo que se vive sin Dios, las personas viven como desean, eligen lo que quieren y no les importa, en la política, en la vida social, en la vida del arte, los artistas; ellos viven la vida que se les ocurre y al que le gusta bien y al que no también. Pero no es así entre nosotros, porque nosotros, pese a nuestras limitaciones, sí definimos cuál es la razón de nuestra vida.

En aquello que nosotros conocemos como el evangelio o la iglesia en términos naturales, hubo ocultamiento de datos sistemático en los últimos siglos, por eso hay muchas personas decepcionadas; no se puede tener una iglesia gloriosa y maravillosa con gente decepcionada, con gente que no superó el trauma de la decepción.

Sabemos que en Argentina el INDEC es el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, a esta generación no le funcionó el INDEC; tenemos un montón de datos falsos manejándonos en la cabeza y tenemos expectativas falsas. Los líderes voluntariosos no han sido claros y han ocultado datos, y cuando se ocultan datos, lo cual no hace la biblia, se produce decepción; y vamos encontrando en la vida un montón de personas decepcionadas con algo para lo que no fuimos creados.

La decepción opera en el corazón humano como un velo que no nos permite ver lo que Dios quiere mostrarnos para ser esa nación que va a expresar en tiempos complejos la gloria del Señor.

En el plano natural, los datos generacionales con personas que logran manifestar el propósito eterno de Dios en la tierra, son bajos; las estadísticas bíblicas, lineales, naturales, de hombres y mujeres que en una generación entienden, reproducen y viven para lo correcto son muy bajas. Si observamos los líderes, hombres y mujeres de Dios en la biblia, muchas veces los vamos a ver llorando, gimiendo, preguntándole al Señor “¿por qué?”. Todo porque no es fácil aceptar lo que las estadísticas dicen cuando medimos siete mil millones de personas, que cuando decimos por ejemplo que en Argentina hay un 10% de su población que es cristiana y confiesa la fe. Y cuando tomamos el 10% de cuarenta millones, y podemos enfocarnos por el espíritu en esos cuatro millones, las estadísticas siguen bajando, porque son bajos dentro de los salvos los que terminan la razón de su salvación, es decir que son salvos y saben para qué son salvos. Entre ser salvos y saber para qué hay que superar la barrera de la decepción, en relación a otros seres humanos y a Dios, la decepción que otros le llaman traición. La biblia no esconde esto, cuando leemos las parábolas que hablaba el Señor cuando estuvo en la tierra: LUCAS 15:11-13 …También dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente.

LUCAS 15:25-28 Y su hijo mayor estaba en el campo; y cuando vino, y llegó cerca de la casa, oyó la música y las danzas; 26 y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. 27 Él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha hecho matar el becerro gordo, por haberle recibido bueno y sano. 28 Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. El pasaje habla acerca de que había un padre que tenía dos hijos, en este caso dos hijos es el cien por cien de hijos; un padre es un conductor, y ninguno de los dos hijos entendió nada de la casa del padre, cien por cien de fracaso de paternidad.

Durante muchos años un padre creyó que tenía dos hijos magníficos, estaban en la casa, y en un momento determinado de la vida hay que enfrentar la barrera de la decepción; porque todos tenemos que querer aprobar esta vida y no quedar como trapos tirados en la vida. Entonces sepamos esto: No hay ser humano en la tierra que entienda el propósito eterno de Dios si no salta la valla de la decepción; y esa decepción nos la van a crear todos. Ese padre que fue puesto como ejemplo tenía una carga conductiva, dos hijos en su casa, parece ser que el padre era rico, pero él no tenía una meta de ser un padre rico con dos hijos geniales; fue puesto como ejemplo porque sabía que en la conducción de sus hijos no estaba la expectativa. Uno decidió irse lejos, el otro estaba enojado, entonces cómo sobrevivía a ser un padre con el cien por cien de niveles de fracaso, y que después Jesús lo usara como ejemplo en la biblia; es porque llega el tiempo en que se supera la barrera de la decepción, porque sabía que si lo que estaba haciendo era una expresión, lo que decidiera expresar se iba a expresar. Seguramente ese hombre no buscaba ser el padre perfecto, buscaba una medida de expresión. Si vamos a creer en Dios, creer en Dios es una medida de conducción, y si vamos a conducir debemos superar la decepción porque nosotros no vivimos para una meta numérica, no vivimos para una meta familiar, no vivimos para una meta generacional,

VIVIMOS PORQUE TODA NUESTRA ESTRUCTURA ESTÁ PARA EXPRESAR ALGO QUE NO ESTÁ EN NOSOTROS, PERO VIENE A NOSOTROS PARA SER EXPRESADO.

Por lo tanto el que supera la decepción de todo lo que produce el mundo, verá la gloria que nunca ha visto.

Continuará.

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